La Congregación de los Barnabitas fue instituida bajo el nombre y la protección de S. Pablo; todos sus miembros fueron llamados por el Santo Fundador «hijos de San Pablo», «plantas de Pablo».
Después recibieron de los Papas el nombre oficial de Clérigos Regulares de San Pablo Degollado por su destacada devoción hacia el Apóstol, por el estudio y la explicación de sus cartas a las comunidades y, sobre todo, por la imitación de sus virtudes, de sus sufrimientos y de su celo por los hermanos.
«Y porque hemos elegido como padre y guía a un apóstol tan grande, y nos gloriamos de ser sus seguidores, esforcémonos en manifestar en nosotros sus doctrinas y sus ejemplos. En efecto, no sería conveniente que en las filas de un tan valiente conductor seamos soldados cobardes y desertores, ni que fuéramos hijos degenerados de un padre tan glorioso» (S. Antonio M. Zaccaria, 4 de octubre de 1534).
Cada 25 de enero, la Iglesia Católica celebra el día en que San Pablo -entonces llamado Saulo- alcanzó la conversión camino a Damasco, a donde se dirigía para perseguir a los cristianos.
Como se recuerda, camino a Damasco Saulo fue derribado del caballo por el mismo Jesús a través de una luz del cielo que brilló sobre él y sus compañeros, cegándolo por espacio de tres días. Durante ese tiempo, Saulo permaneció en casa de un judío llamado Judas, sin comer ni beber.
El cristiano Ananías, por pedido de Cristo, fue al encuentro de Saulo, quien recuperó la vista y se convirtió, accediendo al bautismo y predicando en las sinagogas al Hijo de Dios, con gran asombro de sus oyentes. Así, el antiguo perseguidor se convirtió en apóstol y fue elegido por Dios como uno de sus principales instrumentos para la conversión del mundo.
Para los judíos de aquel tiempo era bastante usual tener dos nombres, uno hebreo y otro latino o griego. Pablo será pues, el nombre que utilizará el apóstol para evangelizar a los gentiles.
El periodo que va del año 45 al 57 fue el más activo y fructífero de su vida. Comprende tres grandes expediciones apostólicas de las que Antioquía fue siempre el punto de partida y que, invariablemente, terminaron por una visita a Jerusalén.
Los restos del santo descansan en la Basílica de San Pablo Extramuros. Este templo es el más grande después de la Basílica de San Pedro.