En la celebración el Santo Padre estuvo acompañado de cardenales, obispos y más de 700 Misioneros de la Misericordia que son enviados a todo el mundo con la facultad de absolver algunos pecados reservados a la Sede Apostólica.
Francisco propuso en su homilía tres “medicinas o remedios” que los cristianos pueden abrazar para “curarse del pecado” en esta Cuaresma: la oración, la caridad y el ayuno.
1.- Oración: “Expresión de apertura y de fidelidad en el Señor, es el encuentro personal con Él, que corta las distancias creadas por el pecado”, explicó el Papa. “Orar significa decir: ‘no soy autosuficiente, tengo necesidad de Ti, Tú eres mi vida y mi salvación”.
El Papa pidió también que “la Cuaresma sea un tiempo de buena ‘podadura’ de la falsedad, de la mundanidad, de la indiferencia”, entre otras cosas “para volver a encontrar la identidad cristiana, es decir, el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve”.
Sobre la necesidad de reconciliarse con Dios, el Santo Padre explicó que “no es simplemente un buen consejo paterno ni una sugerencia, es una verdadera y propia súplica a nombre de Cristo”. “Cristo sabe cómo de frágiles y pecadores somos, conoce la debilidad de nuestro corazón”, recordó.
Cristo “vence el pecado y nos levanta de las miserias, si confiamos en Él” y este “es el primer paso del camino cristiano, se trata de entrar a través de la puerta abierta que es Cristo, donde nos espera Él mismo, el Salvador, y nos ofrece una vida nueva y alegre”.
El Santo Padre afirmó que “existe la tentación de blindar las puertas, de convivir con el propio pecado, minimizándolo, justificándolo siempre, pensando en no ser peores que los otros” pero así “se cierran las cerraduras del alma y se permanece cerrado por dentro, prisioneros del mal”.
Otro obstáculo que señaló el Pontífice es “la vergüenza de abrir la puerta secreta del corazón” y también el de “alejarnos de la puerta: sucede cuando nos encerramos en nuestras miserias”. Entonces, “nos desanimamos y somos más débiles frente a las tentaciones”.
“Esto sucede porque permanecemos solos con nosotros mismos, cerrándonos y huyendo de la luz, mientras solamente la gracia del Señor nos libera. Dejémonos por tanto reconciliar, escuchemos a Jesús que dice a quien está cansado y oprimido ‘vengan a mi’”.
Existe otra invitación de parte de Dios que es la de “retornar al Señor con todo el corazón”. “Si se necesita regresar es porque nos hemos alejado. Es el misterio del pecado”, explicó Francisco.
A los Misioneros de la Misericordia les dijo: “ustedes pueden ayudar a abrir las puertas de los corazones, a superar la vergüenza, a no huir de la luz”.
“Que vuestras manos bendigan y levanten a los hermanos y hermanas con paternidad, que a través de ustedes la mirada y las manos del Padre se posen sobre los hijos y curen las heridas”, exhortó.
Fuente: Aciprensa.com