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Parábola del hijo pródigo es “núcleo del Evangelio”.


El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, ha enviado su carta pastoral semanal en la que toma la parábola del hijo pródigo para explicar la misericordia de Dios Padre, una página del Evangelio que constituye, según precisa, “el núcleo del Evangelio”.

“Siempre produce consuelo constatar que tenemos un Padre así”, explica Mons. Fernández ya que apunta que “hay mucha gente que no ha experimentado a Dios así nunca” y piensa que Él es enemigo del hombre, que es justiciero y que no es capaz de ocuparse de nuestras cosas.

Sin embargo, el Prelado asegura que precisamente Jesús nos dice que “Dios es un Padre bueno que se conmueve y alegra cuando volvemos a Él, que está preocupado por nosotros día y noche”.

En ese sentido el destaca que Jesús “ha recorrido los caminos del hijo pródigo sin apartarse de su Padre”, y cuando ha encontrado a ese hijo “ha cargado con su dolor, para traerlo a la casa del Padre”.

Mons. Fernández explica que “no hay perdón sin penitencia” y que “el camino recorrido para hacer el propio capricho debe ser recorrido a la inversa con el dolor”, por eso Jesús sale a nuestro encuentro para “aliviarnos ese dolor, hacerlo llevadero y darle sentido”.

De esta manera, el Prelado apunta que el tiempo de Cuaresma y también “toda la vida del cristiano”, tiene un sentido penitencial ya que “la reparación del mal cometido es una constante fundamental”.

Experimentar el dolor de contrición tras haber ofendido a Dios. “Este dolor encuentra alivio y consuelo cuando mira a Dios, Padre bueno, que no se enfada con nosotros ni reacciona a la manera humana, sino que es rico en misericordia y se complace en perdonarnos”, asegura Mons. Fernández.

Explica que Dios “es un Padre que nos abraza, que nos viste de fiesta, que prepara un banquete en nuestro honor, que se desborda de amor con el hijo que le ha ofendido, que no le pide cuentas, sino que se alegra enormemente ‘porque este hijo estaba muerte y ha vuelto a la vida’”.

En ese sentido afirma que la manera de dar a conocer “lo bueno que es Dios” es con el testimonio y la palabra, “siendo misericordiosos con ellos”. En nuestro mundo, en el que abunda el conflicto, el insulto, las intolerancias y las descalificaciones, el Obispo de Córdoba anima al cristiano a “anunciar que Dios es amor y misericordia con su propia vida, como ha hecho Jesús”.

“Qué bonito y consolador es tener un Padre así, que siempre perdona y nos acoge con amor. Qué bueno tener un hermano mayor, Jesús, que ha pagado por nuestros pecados y nos llama a colaborar con él”, insiste. Y anima a vivir el tiempo de preparación de la cuaresma “dejando que esa misericordia de Dios cale en nuestro corazón, y nos haga misericordiosos”.


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